Carlos Ricardo: ¡un adalid al que el fútbol le quedó en deuda!
Así era el semblante de un hombre que se hizo a pulso en el Junior.
No nació aquí. Era del Magdalena, pero decía sentirse orgullosamente barranquillero de corazón. Fue un adalid defensor del deporte puro, en su esencia, en la más clara pureza que pueda revestir la competencia sana y leal. Carlos Ricardo Diazgranados, aún en plenitud de una vida que se presentía de muchos más años, dejó en su paso terrenal un ejemplo nítido de honestidad y responsabilidad.
Durante muchos años, en su largo paso por el Junior, club al que se vinculó muy joven y donde escaló posiciones merced a su profesionalismo en cada tarea emprendida, fue un verdadero símbolo como institución misma. Desde sus inicios como mensajero, se granjeó la confianza absoluta de sus jefes y compañeros de labores. Estudioso de leyes y temas jurídicos, merced a su profesión de abogado de la Universidad Libre, correspondió a esa confianza de los directivos del club y amasó como ningún otro, el reconocimiento de responsabilidad y tesón para defender la causa rojiblanca.
El fútbol de Barranquilla y el Atlántico, pero espacialmente el Junior le quedaron en deuda por todo lo que hizo en pro de sus colores. Fue enfático e indeclinable cuando de defender los derechos a los deportistas se trataba. Muchos de los jugadores criollos que transitaron por el onceno ‘Tiburón’ fueron descubiertos, guiados o respaldados por él en sus intentos de llegar a la gran carpa del profesionalismo.
Iván René Valenciano, para citar solo un ejemplo, fue observado, contactado y llevado a las toldas rojiblancas. Su ojo clínico de buen observador lo descubrió en un torneo de estudiantes. Pero sería larga la lista de tantos otros que le merecieron su agradecimiento.
Más que integrante de la familia rojiblanca, fue un hincha fiel y acérrimo capaz de alzar su voz y golpear su pecho para decir “Si, soy juniorista y qué”. Igual fue un celoso empedernido para escudriñar cualquier intento de engaño en inscripción o participación de algún jugador en competencias de la liga en el fútbol amateur.
Durante mi participación como jefe de prensa en el Junior compartimos experiencias no solo en el orden deportivo, sino también en lo profesional. El en su profesión de abogado y secretario deportivo y yo como periodista profesional. Fue por varios años el delegado del equipo en los partidos de la liga colombiana y en competencias internacionales. Siempre atento y pendiente, sin dejar nada al azar. Quizás lo único que le faltó fue llegar a la gerencia del club. De haberlo logrado seguramente hoy el Junior estaría ubicado en mejor posición y luciendo más estrellas que las que ostenta.
Era partidario de un Junior netamente criollo. No compartía la deshonestidad y falta de profesionalismo de jugadores que recalaban en la escuadra de casa solo para pelechar. “La casta, el pundonor y el sudor de la camiseta se da en nuestros valores criollos, los del patio y no en esa manada de ‘refuerzos’ que vienen es a ganar plata sin entregarse en la cancha”, decía con vehemencia en muchas de nuestras conversaciones.
“No es malo, es perverso”, era otra de sus frases favoritas cuando de hablar y calificar árbitros que tanto perjuicio causaron al Junior. Carlos Ricardo, era lector y seguidor empedernido del fútbol internacional y dividía su gusto entre el fervor de la música criolla, porros, vallenato puro y música tropical y la pasión por el fútbol de su amado Junior.
Defensor de la historia nuestra, recreábamos en cada encuentro, anécdotas y escritos de nuestra región con el entusiasmo de quienes gustan develar y reverdecer hechos y personajes que dejaron legados imperecederos.
El destino le cortó de tajo muchas de las tantas emociones que pretendía. Una, la de ver a un Junior verdaderamente campeón, con talla y jerarquía internacional, llevando en alto la representación de nuestro tierra y nuestro país. Y logrando conquistas más allá de nuestras fronteras.
Con su temprana partida, el deporte de la región pierde a un gran adalid. El fútbol de Barranquilla, del Atlántico y de la Costa Caribe, pierde sin duda uno de sus grandes abanderados. Al amigo, y compañero de ajetreos futbolísticos Carlos Ricardo, un adiós y ¡Paz en su tumba!